martes, 13 de noviembre de 2012

Balance del 11-S: Un mundo más controlado


Hay quienes consideran que a partir del 11-S se inició en el mundo una nueva, dándole al trágico episodio de las torres un simbolismo similar al que tuvo la llegada de Cristóbal Colón a América o la caída del Imperio Romano para el fin del Medioevo el comienzo de la Modernidad.
No estamos en condiciones de afirmar algo así, probablemente lo harán nuestros descendientes cuando mojonen la historia reciente a fin de comprenderla mejor de lo que podemos hacerlo nosotros en función de la inmediatez en la que estamos insertos.
Pero si podemos deslizar algunas observaciones en función de un nuevo aniversario del ataque de los fundamentalistas islámicos a las Torres Gemelas y el parcial al Pentágono (más uno nunca comprobado al Departamento de Estado).
La primera de ellas, es que estamos en un mundo más inseguro que el de antes del ataque pero no porque los terroristas islámicos nos acechen y menos en países como los nuestros donde actualmente su presencia y actividad es marginal y mostraron su violencia en los ataques a la Mutual AMIA y a la Embajada de Israel en Buenos Aires anteriormente, durante los 90`y con motivaciones y complicidades locales que aún se investigan.
La consecuencia más directa del 11-S para los estadounidenses y para el resto de la humanidad fue un reposicionamiento de las posiciones políticas más militaristas en la cúpula del poder americano, con el aval de la mayor parte de su población, consecuentemente atemorizada por los ataques y por una fuerte campaña de (des)información sostenida sobre todo en las cadenas audiovisuales como la Fox News y que llevaron a que conscientemente se obviaran los múltiples matices y diferencias culturales y políticas existentes en el mundo árabe para unificarlas como un único sujeto de perfil terrorista.
En ese marco, fue que el Gobierno encabezado por George Bush (h) completó la faena de su padre e invadió Irak en 2003 basado en dos falsas premisas, la presencia de armas de destrucción masiva y los supuestos vínculos del líder iraquí, Sadam Hussein con la red Al Qaeda.
Como se sabe hoy, las mencionadas armas nunca aparecieron y la improbable conexión de Sadam con Ossama Bin Laden (Sadam era un laico y su partido, el Baaz, nacionalista y socialista, estaba enfrentado internamente a los fundamentalistas religiosos como Ossama) nunca fue probada. Ninguno de los dos puede ya refutarla porque ambos fueron detenidos y ejecutados por las tropas norteamericanas (Husein fue ahorcado tras un juicio).
Párrafo aparte merece la invasión a Afganistán, cuyos habitantes ameritarían creer en otro Dios distinto al que creen. En el transcurso de los últimos 30 años fueron invadidos sucesivamente por soviéticos y norteamericanos y en los períodos intermedios los gobernaron los fundamentalistas talibanes que demasiado velozmente pasan de la categoría de aliados a enemigos para los EE.UU.
Pero no solo en Medio Oriente se hizo sentir la belicosa presencia de los cowboys modernos. Internamente se reforzaron los controles y el discurso belicista estuvo presente en todas y cada una de las campañas electorales al punto tal que pese a haberse comprometido en campaña a cerrar la prisión de Guantánamo, ese trozo de territorio cubano ocupado por EE.UU y donde funciona una cárcel de máxima seguridad sin ningún tipo de aval internacional, el Presidente Barak Obama no pudo/no quiso hacerlo y ayer se anotició del fallecimiento por causas desconocidas de otro de los presos que residen allí.
Los controles internos y externos llegaron hasta los inmigrantes indocumentados que cruzan la frontera mexicana y que en el marco del clima de belicosidad impuesto tras el 11-S tienen mayores dificultades para legalizar su situación y en el Estado de Arizona, pueden ser detenidos solo por tener cara de inmigrantes.
Finalmente, la llamada Ley Patriótica, suspendiendo y limitando algunas libertades y derechos constitucionales en pos de la seguridad, fue sancionada con abrumadora mayoría parlamentaria en 2001 y reforzada en 2005, dejando de lado las mejores tradiciones liberales de los EE.UU.
Quienes viajamos al exterior tuvimos una pequeña muestra de esta cuasi-paranoia persecutoria estadounidense que los llevó, en pos de la seguridad aérea, a profundizar las trabas para los visados, aumentar los controles sobre los pasajeros y/o turistas y poner la tecnología al servicio de esos controles prohibiendo la presencia de dentífrico, tijeras, desodorantes, shampoos y cremas en los bolsos de mano, no solo en EE.UU sino en muchos otros aeropuertos del mundo.
¿Qué es el poder norteamericano? Por ejemplo, que en Guatemala, en una escala de un viaje desde México, te obliguen a dejar un envase de shampoo por ser plausible de ser utilizado como elemento pirotécnico en el vuelo como le sucedió a este cronista.

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